El culto de gemelos en el oeste de África
Los Yoruba son con 20 millones de individuos el grupo étnico más grande de África. Viven sobre todo en Nigeria, y en Benin. Una particularidad de esta tribu es que tiene un porcentaje extraordinariamente alto de partos múltiples, que es cuatro veces mayor que en Europa. La falta de una red sanitaria moderna y el mayor riesgo inherente de embarazos múltiples causan una alta mortalidad: alrededor de la mitad de los gemelos muere en el parto o durante su infancia.
No es de sorprender que en su cultura los gemelos tradicionalmente tengan un lugar destacado. Según la tradición de los Yoruba, los gemelos comparten un alma que es inseparable. Cuando un gemelo muere, se rompe esta unidad y pone implícitamente a su hermano sobreviviente en peligro de muerte. Para evitar que el otro sigua a su gemelo muerto, tienen un ritual que mantiene la unidad del alma de los gemelos y que a la vez canaliza el proceso del duelo de la madre y de su familia. Los padres encargan un Ibeji, una pequeña escultura de madera de entre 20 y 30 centímetros de altura. (En el lenguaje del pueblo de los Yoruba “Ibeji” significa gemelo: IBI = nacido, y EJI = dos.) Esta figura representará el bebé difunto, pero se le da la apariencia de un adulto, con claros signos del sexo de la persona y del clan a que pertenece. El tallista es elegido con la ayuda de un Babalowo (“padre de los misterios”), vidente y sacerdote del pueblo. Este habitualmente elige a un particular tallista profesional, pero también puede ocurrir que encomiende al propio padre esculpir el Ibeji.
Una vez que la escultura está acabada, el Babalowo realiza un ritual público para invitar al alma del gemelo difunto a residir en el Ibeji. A partir de entonces el Ibeji es tratado y cuidado como si el gemelo siguiera de cierta manera vivo. La madre le ofrece comida, lo lava con regularidad, para aplicarle después una mezcla de aceite y polvo de madera roja en el cuerpo y pigmento azul en su cabello, y en algunas zonas lo viste. Se le canta y reza, y también puede que se lo lleve consigo, envuelto en su vestido. Es una imagen conmovedora ver como sale la pequeña cabeza de uno o dos Ibeji de la túnica de la madre. Mientras en los primeros años se guarda el Ibeji cerca de la cama de la madre, con el tiempo se le coloca en el altar de los ancestros que hay en casa. La responsabilidad de cuidar a un Ibeji es en primer lugar la de su madre, después es de su gemelo vivo y de las mujeres de las generaciones posteriores de la familia.
El primer nacido de los gemelos se llama tradicionalmente Taiyewo o Tayewo que a menudo es reducido a Taiwo, Taiye o Taye. Significa “el primero en saborear el mundo”. Kehinde es el nombre del segundo gemelo, “el que llega después”. Se dice que Kehinde envía a Taiyewo para ver como es la vida allí fuera en el mundo. De esta manera Taiyewo sale y será el primer nacido. A continuación le comunica a Kehinde a través de su forma de gritar si la vida parece buena o no. De esta respuesta depende si Kehinde llega al mundo vivo o muerto. Ambos vuelven al mundo de los ancestros de donde han venido, si la respuesta de Taiyewo no es suficientemente buena para ninguno de los dos. Se dice que Taiyewo es normalmente el tranquilo y introvertido de los gemelos, mientras que Kehinde es más bien extrovertido y inquieto.
Tener gemelos en una familia se considera una suerte en buena parte del África negra. Se cree que son intermediarios entre los dioses y los hombres, y pueden influir a favor del bienestar de su familia. Cuando los dos gemelos mueren en el parto, se tallan dos Ibeji, porque de esta forma su presencia bendice a su familia, siempre que ellos estén honrados y cuidados ritualisticamente. También se talla un segundo Ibeji cuando el segundo gemelo muere durante su infancia o adolescencia.
Como en muchas sociedades de África negra, que ven a los gemelos portadores bien de suerte o de desgracia, también los Yoruba han tenido una relación ambivalente respecto a los gemelos. En los viejos tiempos creyeron que los gemelos eran como algo malo y antinatural que no tenía explicación, y que traian mala suerte a su pueblo. En consecuencia era una practica habitual matar a los recién nacidos. Este cruel trato cambió alrededor del siglo dieciocho. Según una antigua leyenda el pueblo de los Yoruba cayó en una profunda melancolía. Cuando a continuación el rey de los Yoruba consultó al oráculo de Ifa, este ordenó que se dejara inmediatamente de matar a los bebes gemelos, y que no eran malignos sino al contrario portadores de buena suerte porque eran intermediadotes entre los dioses y los hombres. A partir de este momento se instaló un culto de veneración de los gemelos y de sus madres, que con el tiempo acabó con el infanticidio. Otra leyenda dice que la esposa del legendario rey Ajaka dio luz a gemelos, y este dio órdenes de cambiar la tradición y salvar a sus hijos.
En los pueblos vecinos de los Yoruba de Nigeria, en la tribu de los Ewe en Togo, Benin y Ghana hay un culto similar, que son los Venavi. Estas figuras reciben un trato parecido a los Ibeji. Como se tocan sus caras cada vez que se habla con ellos, se pierden los rastros con los años. A menudo a las estatuas les falta algo, normalmente una parte del pie o del brazo. Esto tiene su origen en un rito de sanación. Cuando el gemelo vivo cae gravemente enfermo, entonces se implora la ayuda del alma que reside en el Venavi para el enfermo. El Babalawo prepara una medicina que contiene limaduras del Venavi. De hecho a menudo el niño se recupera de su enfermedad gracias a la ayuda de su gemelo.
Todavía hoy en día hay países donde los gemelos sufren las consecuencias de las supersticiones de su gente. Hace poco leí una noticia en la prensa. El nacimiento de gemelos en algunas partes de la isla de Madagascar no es recibido con alegría, y no por motivos económicos o por lo difícil que puede ser criar dos bebés a la vez. Los fady o tabúes locales son una parte importante de la vida diaria en esta gran isla. En la región de Mananjary está muy arraigada la creencia de que el nacimiento de gemelos trae mala suerte y los padres se ven obligados a separarlos para no ser aislados por sus vecinos. En los últimos 20 años dos orfanatos de Mananjary han recibido a 236 gemelos abandonados, según las autoridades.
© Peter Bourquin, octubre 2008
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